domingo, 4 de febrero de 2018

Luciendo


Luciendo

            Lucía sonríe como cada día, feliz de poder jugar  y saltar en el colegio, en casa o en el parque junto al zaguán. Disfruta del sol de mediodía y por la tarde en la sombra hace castillos y figuras,  le encanta disfrutar del aire libre, del frescor y de sus amigas.
Desde que Martín le acompaña, su felicidad aún es mayor, no tiene parangón.
            No te creas, cangrejito, que vas a poder romper este hechizo de amor tan bonito.
            Lucía, canta y ríe, y a sus padres alegra cada día porque ellos no dudan ni una pizca y entienden más que nadie de la chispa de la vida. Quieren amor y momentos, ternura sin medida, un mañana sin temor, noches de júbilo y cariño y tesón ante quien no lo quiera entender.
            Los días ya van siendo mejores, tras unos meses complicados. Lucía pasaba demasiadas horas viendo el blanco de las batas, de los focos sobre su cara, oliendo a alcohol y algodón y sintiendo unas sábanas diferentes a las de su cama en forma de corazón.
            Ahora todo va mejor y los días ya se alargan. Comienzan por un agradable rocío de la mañana y acaban acompañada por el guerrero de la noche, un barbudo sin antifaz dispuesto a portarla, montarla en su caballo o abrazarla si la ocasión lo necesitara.
            El cáncer no aminora la pasión, ni nos quitará el juego. Trabajamos para estar fuertes y vivir con primor  en esta pequeña casa donde las prisas no cuentan y la sonrisas se regalan a cualquier hora del día.
Es fácil de entender...
            Lucías, luces y lucirás, pero te queremos Luciendo cada día con nosotros al ritmo de este compás.


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